Indudablemente, deportes de invierno como el esquí y el snow gozan, en estos tiempos que corren, de una gran popularidad. Han superado la barrera de ser considerados elitistas para llegar a las masas, aunque sigue costando una pasta el practicarlos en condiciones.
Por supuesto, el enorme número de practicantes con los que hoy se cuenta, ha servido para que muchos negocios del mundo de la nieve sean por fin rentables, aunque muchas veces dé la impresión de que estos beneficios no se haya traducido en un ahorro para nuestros bolsillos.
Más bien me suena a que, detrás de tanta innovación y comodidades que actualmente se nos brinda, se esconde un plan de marketing meticulosamente concebido para arrastrarnos al consumismo exacerbado.
Cierto es que muchas estaciones han aprovechado parte de sus beneficios para modernizarse y ofrecer más y mejores servicios, pero me da la impresión de que cada día pago más dinero por el forfait.
Supongo que es una buena forma de amortizar las inversiones y de obtener beneficios al mismo tiempo.
Menos mal que algunos se esfuerzan en tener contento al usuario, como es el caso de Aramón (que permite esquiar en todas las estaciones del grupo por el mismo precio que el abono de temporada de una sola estación), el de Grandvalira (facilidades en el fuera-pista, como nos cuenta Daniesku en Actividades en Grandvalira, un valor añadido) o la posibilidad de hacer esquí nocturno que nos brinda Sierrra Nevada.
Desde aquí un tirón de orejas para los que no buscan nuevas formas de tener contento al cliente sin que repercuta en el bolsillo de éstos.