Lo primero a tener en cuenta cuando hacemos fotografías en la nieve, es la intensidad de la luz, que como bien sabemos los esquiadores, ésta se refleja en la nieve y aumenta la intensidad a casi el doble. Por tanto, no sólo afecta al hecho de quemar la piel y molestar a la vista, sino que también lo hace en el exposímetro (dispositivo que mide la intensidad de la luz en una cámara). Si lo regulamos automáticamente, el diafragma se cerrará demasiado, lo que significará fotos demasiado oscuras. Con tal de evitar esto, desactivaremos el modo automático. Además, es posible que en tu cámara exista un modo especial para nieve, con lo cual, lo tendrás muy fácil.
En caso contrario, deberás modificar estos parámetros manualmente, subiendo el valor de exposición uno o dos puntos. Lo mejor será tomar fotos de prueba hasta que la luminosidad de la imagen sea realista. Si lo que quieres es potenciar el color blanco de la nieve, puedes probar a abrir dos puntos el diafragma. Estos ajustes te servirán para compensar el desfase del exposímetro.
Otro factor a tener en cuenta es el tipo de fotografía que vamos a realizar. En el caso de los retratos, tendremos que activar el flash de relleno, de modo que la cara de la persona fotografiada no quede demasiado oscura o sombreada. En el caso de que el cielo esté muy despejado, y por tanto, haya más luz, tendremos que realizar un balance de blancos o utilizar un Filtro Skylight con el fin de evitar las fotos azuladas.
Vía: Tu Experto
