Parece que este temporal -sobre las cabezas de los afortunados burgaleses aún no ha dejado de nevar- va a dejar un generoso espesor de nieve en las pistas de la península. Pero es evidente que la temporada de esquí está dando sus últimos coletazos.
Lo normal sería (aunque últimamente las cosas cambian mucho) que con la entrada de la primavera, las temperaturas asciendan y terminen de acabar con la nieve. Llegados a este punto, a los amantes de los deportes de invierno dispuestos a perseguir la nieve (con dinero y días libres suficientes por añadidura) sólo les queda hacer las maletas y emigrar a los países del norte de Europa mientras la nieve les dure, o al Himalaya, o mejor aún, viajar al hemisferio sur para esquiar en los Andes de la Patagonia argentina, hacerse una bajada por las nieves perpetuas de Colombia, acercarse a Chacaltaya en Bolivia o perderse en las pistas del Valle el Arpa en Chile.
Esquiar de junio a octubre se tiene que hacer raro, siempre asociamos la temporada de nieve a la navidad, o a la semana blanca, pero tiene que ser una pasada. No es que en Europa nos miremos el ombligo, pero América del sur y el este de Asia o Australia es lo que más lejos nos queda, y muchas veces un viaje de esquí semejante tiene un coste elevado, aun para gente acomodada. Cosas que tienen las compañías aéreas.
Son viajes «de lujo», pero si lo miras bien, si en vez de irte a Mallorca en agosto y aflojar billetes de lo lindo, te gastas esa pasta en ir a los Andes para hacer un viaje de esquí inolvidable, igual no te escuece tanto la «cuesta de septiembre». Creo que este verano, si consigo convencer a alguien para la causa, igual me escapo por allí.
Mientras, iré recopilando información para sugeriros viajes a destinos con buena nieve en esta nueva categoría en el blog, «De viaje». Para más información sobre viajes también puedes consultar openTravel.
Desde aquí un saludo a la gente que nos lee de toda latinoamérica y siéntanse libres de hablarnos de sus pistas.